¿Qué es?

Es una técnica que consiste en la emisión de una corriente electromagnética que aumenta la temperatura de la piel a nivel superficial y profundo.

Es indolora. Se empezó a utilizar en medicina hace muchos años y más recientemente se ha introducido en la medicina estética.
El aumento de la temperatura de la piel activa la formación de fibras nuevas de colágeno que mejoran su elasticidad. Existen diversos tipos de radiofrecuencia: monopolar bipolar, tripolar, radiofrecuencia sin contacto, radiofrecuencia pixelada. Y también hay diversas intensidades.

Es siempre recomendable ponerse en manos de un buen profesional que te asesorará sobre cuál es la más recomendable para ti.

¿Para qué sirve?

Para combatir la celulitis, la grasa localizada y la flacidez. Define la figura, reafirma y también es eficaz para reducir las estrías.
La radiofrecuencia favorece el drenaje linfático natural del cuerpo, eliminando más rápidamente líquidos y toxinas (causantes de la celulitis).
Además, favorece la formación de colágeno y elastina en las capas internas, reestructurando el tejido subcutáneo y dotándolo de firmeza.

¿Zonas de aplicación?

Brazos, abdomen, piernas, glúteos y pecho.
También se pueden aplicar en el rostro, en cara, cuello, papada y escote.

¿Número de sesiones necesarias?

El número de sesiones depende tanto del paciente como de la zona a tratar, así como del tipo de radiofrecuencia. Pero puede oscilar entre 8 y 10.
Desde la primera sesión se pueden ver los resultados. Según el tipo de radiofrecuencia habrá que espaciar más o menos las sesiones.

¿Inconvenientes?

Al finalizar la sesión puede aparecer enrojecimiento o ligera inflamación de la piel que desaparece normalmente en minutos o en pocas horas.

Es un tratamiento contraindicado para embarazadas, mujeres en periodo de lactancia, pacientes con marcapasos o cardiopatías graves, varices…

No se puede tomar el sol en los 10 días siguientes.